
Es una gran realidad que los gestos y formas de saludo transmiten mucho más que cortesía: reflejan la jerarquía, el respeto y la imagen de la entidad que se representa. Cada acción en un acto solemne —desde la forma de saludar hasta la disposición del presídium— tiene un valor simbólico que puede reforzar o debilitar la percepción de orden y profesionalismo. Por ello, resulta fundamental establecer criterios claros sobre qué tipo de saludos son adecuados y cuáles deben evitarse, especialmente cuando se participa en espacios de alta visibilidad pública.
Principio general
En los actos solemnes —como ceremonias oficiales, inauguraciones, entregas de reconocimientos, tomas de protesta o conmemoraciones—, los saludos deben mantenerse dentro del marco de la formalidad institucional. Toda muestra de cercanía debe ser sobria y acorde con el entorno escénico.
El saludo de beso
Aunque el saludo de beso es una costumbre arraigada en la cultura latinoamericana, no es recomendable en contextos solemnes ni en espacios de representación pública como un presídium. Este tipo de gesto introduce una nota de familiaridad que puede interpretarse como falta de neutralidad o de equilibrio entre las figuras presentes.
Además, el saludo de beso no garantiza igualdad de trato. Si se realiza a una persona y no a otra, el gesto puede percibirse como un trato preferente o como una omisión, según el caso.

Alternativas adecuadas
En actos institucionales, se privilegian las siguientes formas de saludo:
- Apretón de manos breve y firme, con contacto visual y sonrisa ligera.
- Inclinación leve de cabeza o gesto de cortesía, en caso de que el saludo físico no sea posible.
- Saludo verbal formal, acompañado de una expresión de respeto (“un gusto saludarle”, “bienvenida”, “qué gusto coincidir”).
Cuándo puede permitirse el saludo de beso
Solo puede considerarse apropiado fuera del acto protocolario, por ejemplo:
- En un encuentro previo o posterior al evento (brindis, recepción o convivencia).
- Entre personas con relación de confianza o amistad, siempre en un entorno privado o social, no frente al público ni medios. En todos los casos, el gesto debe ser discreto y consensuado, evitando cualquier interpretación inadecuada.
Recomendaciones operativas
- Evitar el saludo de beso en el presídium, antes o durante el acto.
- Coordinar previamente con el equipo de logística o maestría de ceremonias para establecer el protocolo de saludo.
- Mantener uniformidad: todas las personas deben recibir el mismo tipo de saludo para evitar diferencias de trato.
- Resguardar la imagen institucional: recordar que cada gesto tiene un valor simbólico y puede ser captado por cámaras o asistentes.
El saludo, aunque parezca un gesto menor, forma parte del lenguaje simbólico de la institucionalidad. En un acto solemne, el equilibrio entre cercanía y respeto define la calidad del mensaje que se transmite. Evitar el saludo de beso no es una cuestión de rigidez, sino de coherencia con el carácter formal del evento. La cortesía bien aplicada no necesita contacto físico: basta con el reconocimiento mutuo, el respeto visible y la sobriedad en las formas para proyectar una imagen profesional y representativa.
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