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Ante la situación global que vivimos desde comienzos del 2020 y su evolución natural, que ha pasado desde un confinamiento casi total hasta la apertura gradual de las actividades económicas, el sector de los eventos fue uno de los más afectados, pues fue de los primeros que suspendió actividades y a la fecha, es de los que apenas están regresando con  bajo esquemas de ocupación en porcentajes y aplicando las medidas de sana distancia y sanitarias para la protección y salvaguarda de los asistentes, proveedores y staff así como los integrantes de la comunidad.  

Es una realidad que el COVID-19 estará presente en nuestras vidas y está incidiendo en la toma de decisiones de todo tipo, desde asistir o participar en un evento presencial hasta  “valorar” al organizador y organización en función de su forma de organizar y de comunicar de forma consciente y también , inconsciente. Recordemos que la confianza, la credibilidad y la percepción son las bases que fundamentalmente sostienen la imagen de un negocio de este tipo.

En el sector de los #eventos, debemos saber que la percepción del riesgo, a la hora de decidir asistir o no, está influida por la existencia de la “riesgo” y “probabilidad de contagio” per se y también influyen factores como experiencias previas propias o conocidas, nivel de formación, de ingresos, edad y género, nacionalidad, así como la propensión a tomar “ciertos” riesgos. Si un destino y por ende, el evento es percibido como “peligroso”, difícilmente recibirá un gran número de visitantes. La imagen  y las percepciones son las que terminan influyendo en el comportamiento de compra. 

Cuando las personas están indecisas o titubeantes, el mensaje correcto en el momento exacto, a través de la persona o instancia correcta, puede influir en las decisiones y al mismo tiempo, ayudar a salvar negocios. Para ello debemos recurrir a la comunicación de riesgo

¿Qué es la comunicación de riesgo? Es aquella que proporciona información confiable, certera, verídica y verificable acerca del tipo y magnitud de  los hechos presentes y su impacto para ayudar, proporcionando información y datos, que sirvan en la toma de  decisiones y por ende, de la elección.(¿Participo o no?). 

Debemos establecer estrategias de comunicación por diversos medios y plataformas en función de nuestros públicos que ayuden en la identificación, caracterización y cuantificación del riesgo y para ello, algunas sugerencias: 

• NO debemos pensar en automático, asumir, que la gente ya conoce y sabe de los riesgos conocidos y potenciales. 

• En función de tu mercado, debes elaborar mensajes que estén creados desde las actitudes, las creencias, la conducta y los valores de tus posibles participantes. De tal manera que el miedo de un grupo de consumidores  masculinos de más de 60 años será muy diferente a los de un grupo de mujeres de menos de 40 años. 

• Comprender que  más allá de lo racional, las emociones y los sentimientos juegan e influyen. 

Ojo, no se trata de disuadir o evitar que vengan, se trata de hacerles ver que, a pesar del riesgo real, el evento, el recinto, el hotel, todos los actores que convergen en tu evento, están listos y preparados para recibirte y atenderte, cuidándote y cuidándose ellos.

Por ello, algunos mensajes que desde la comunicación de riesgo puedes implementar pueden ser:

  • Tus políticas y  los procedimientos estándar mostrando los procesos que sigues día a día y su impacto esperado.
  • Como cuidas a tu personal y colaboradores y a la comunidad.

Es una realidad que a partir de estas experiencias, debemos de considerar en nuestras estrategias de comunicación lo concerniente al riesgo, que no solo es sanitario, puede ir desde eventos masivos, actos de violencia, situaciones sociales y políticas, etc.

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