Estos días hemos hablado un poco sobre los jefes de protocolo y su función  en los distintos ámbitos de su ejercicio.

Muchas veces se presentan situaciones donde el jefe de protocolo puede reaccionar de forma negativa antes ciertas situaciones, “creando” una mala imagen no solo de él, sino del representado, sea empresario o gobernante, dejando una imagen errónea.

Imaginemos a un jefe de protocolo que trata mal a la prensa y los ciudadanos en un evento de gobierno, no solo queda mal el, si no que el trabajo del gobernante se ve afectado por una mala imagen que fue generado por otro, una situación a cuidar siempre.

Un jefe, responsable o encargado de protocolo debe crear las condiciones necesarias para que los eventos transcurran en orden, de forma segura y organizada y sobre todo, que abonen a la consecución de los objetivos deseados a corto, mediano y largo plazo. La regla de oro:

Nuestro actuar debe abrir caminos, no cerrarlos.

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