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Los eventos son un espacio de comunicación en tiempo real desde los cuales podemos percibir, sondear , tantear, pues, el ánimo de las y los asistentes y participantes y al mismo tiempo, son fuente de información que de otra manera seria un poco más difícil de conseguir y obtener.

El mitin, reunión donde las y los candidatos se juntan con sus simpatizantes en lugares públicos para dar a conocer sus propuestas y eventualmente obtener su voto o preferencia, es un concepto aprobado en el año 1914 cuando la RAE la acepto formalmente en su diccionario.

El mitin, como parte de las campañas de tierra, son de gran importancia, pues transmite la imagen del partido y al mismo tiempo, posiciona los posibles atributos del o la candidata en caso de ganar la votación. Así, si presenciamos un evento sin pies ni cabeza, seguramente la percepción será que ese candidato no será capaz siquiera de tener orden en su mandato, y aunque como ya lo dijimos, es una cuestión de percepción, no podemos obviar que el día de la votación son las emociones y las experiencias las que también influyen en nuestra decisión.

Así, cada evento que hagamos en el marco de una campaña política debe tener un objetivo y entonces, podremos desarrollar en torno al mismo, las estrategias a seguir para su cumplimiento, ya sea desde contar una historia, tener grandes invitados en presídium, recurrir a grupos musicales de renombre o de gusto popular, hasta el uso de souvenirs con tal de quedarnos en la mente del electorado, pero sobre todo, un mitin debe causar ILUSIÓN.

Lo cierto es que los mítines se sustentan en tener mensajes bien planeados y mejor dichos, por lo que es indispensable cuidar la relación entre la comunicación verbal y la no verbal, así como el empleo de elementos accesorios para reforzar los mensajes y la imagen de la o el candidato, sobre todo siendo congruentes y no caer en el error común de predicar austeridad y hacer cierres de campañas en espacios lujosos o en zonas de alta plusvalía, lejos de la imagen de campaña. La congruencia debe ir a la par de los objetivos.

Aunado a los mensajes, tema central del evento, no podemos descuidar aspectos como la escenografía, la iluminación, la disposición de lugares, el audio, la ambientación, el espacio, y sobre todo, los invitados, y el tratamiento a los mismos y por supuesto, la atención a los medios, considerando facilidades, por ejemplo, para la transmisión en directo o diferido, o darles materiales o transcripciones e información complementaria.

Muchos eventos políticos, que tenían mensajes contundentes y dignos de ser replicados, se han perdido en el mar de información al no ser transmitidos por los medios correctos o que fueron tergiversados y su impacto fue el contrario al esperado.

Por ello, es importante darle a cada evento su propia importancia y personalidad, y no olvidar que son ellos, los eventos, los que bien organizados, pueden acercarnos o alejarnos de nuestras aspiraciones y objetivos.

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Tenemos claro que el o la candidata no puede estar en todos los lugares que quisiera, ya sea por tiempo, por logística o por conveniencia, por eso es de vital importancia que los equipos y brigadas sonden el ánimo de las calles, el ambiente que se vive en ella y entonces, en función de un mapeo estratégico, definir el mejor lugar donde el mitin puede llevarse a cabo considerando aspectos como:

  • Cantidad de simpatizantes
  • Facilidades logísticas
  • Punto geográfico
  • Influencia de la zona en la campaña
  • Seguridad (¡vital!)

En corto y mediano plazo no se vislumbra que los mítines desaparezcan, pero lo que los cuartos de guerra y estrategas deben considerar es actividades que mantengan el interés de los simpatizantes y no se conviertan, los mítines, en simples eventos sin repercusión positiva, es decir, sin que los asistentes terminen votando por el o la candidata.

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