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Hemos visto que la pandemia mundial, que ha dejado millones de afectados y que su impacto seguirá presente en los siguientes meses y años, de hecho es además de un tema de salud, un tema de comunicación.

Entre el miedo, la ignorancia, el desdén y el franco interés de algunos mandatarios de los 3 órdenes hemos sido testigos de estrategias de información que dejan más dudas que certezas o de inconsistencias que causan daños en las medidas y los esfuerzos por contener y controlar el COVID-19.

En México tenemos un esfuerzo comunicativo que  no termina de “cuajar” a pesar de tener ya cerca de 3 meses de repetición de los formatos de comunicación desde las “mañaneras”, las conferencias vespertinas por parte de la federación y desde los estados, las comunicaciones y boletines digitales hasta ruedas de prensa virtuales.

Y no mejorarán solo por la repetición, pensar así es aventurado cuando de inicio, de base, no hay una línea que comunique y marque el guion de una situación tan cambiante.

Hay cosas positivas, por ejemplo, el uso de los términos y conceptos médicos que se usan en la contingencia y que luego son replicados en las conferencias usando lenguaje simple. Esto ha permitido que conceptos como ”Inmunidad de rebaño” se use hoy de forma libre, lo que implica también un mal uso del mismo, pues mucha gente no comprende bien el alcance y tergiversa las palabras y mensajes. ¿El problema es entonces del receptor? Sí y no, si bien hay información útil, pocos mexicanos pueden dedicar dos o tres horas diarias para tener claridad de ella, falta entonces que esta información se difunda en otras plataformas, con otros lenguajes, con otros formatos. Con las estadísticas que muestran que el uso de las redes sociales ha incrementado en las últimas semanas, pensar en lives en IG, o usar Tiktoks para informar no es descabellado.

Y este acierto es también parte del error, la narrativa, la palabra. Muchas veces la conversación se ha desvirtuado por una mala respuesta por parte de las autoridades o el abuso de las preguntas sin sentido por algunos personajes o la falta de claridad, consistencia y congruencia. Esto último es preocupante.

Falta un ejercicio honesto de comunicar las cosas como son para que desde ahí, la claridad, se puedan generar acciones de persuasión y convencimiento, no solo a las y los ciudadanos, también a los funcionarios. ¿Cómo informar un plan de reactivación y “des-contención” en medio de la fase 3 y sus números crecientes? La contención de los riesgos, desde la comunicación oficial debe incluir sensibilidad, empatía, sentido común, experiencia y consistencia y entonces así poder persuadir y es aquí donde la habilidad de comunicar ha fallado, por más tiempo que tengamos en medios, por más mensajes, medios,  y espacios que difundamos, si no establecemos estrategias y acciones persuasivas, el impacto y los resultados serán cada vez mas difíciles de alcanzar.

Y persuadir, desde la comunicación de gobierno implica algo fundamental en la democracia, el dialogo entre todos los actores, que nos permita reflexionar, implementar, convencer, corregir y reconocer los errores y omisiones.

Este diálogo puede ser una de las formas de comenzar a reconstruir un país que entre pandemias y transformaciones se ha quedado atorado. Ojalá veamos pronto ejercicios persuasivos desde la comunicación, todos lo agradeceremos.

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