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Los gobiernos hoy enfrentan retos que hace algunos años ni siquiera figuraban en el radar y me refiero al poder que tienen las redes sociales y quienes las usan, para desde ahí generar presión y en un momento dado, convertir una conversación en una tendencia y de ahí, en opinión pública.

Cierto es que antes los ciudadanos teníamos otras maneras de hacernos expresar, ya fuera de viva voz en formatos donde los gobiernos ponían al alcance de los habitantes la facilidad de expresarse frente a los titulares, o bien, por medio de marchas, manifestaciones, cartas abiertas o quejas expresas en radio   y televisión.

Hoy esas formas de expresión son complementadas y muchas veces rebasadas por las redes sociales que han resultado ser una vía efectiva, en la mayoría de los casos en situaciones de denuncia y de apoyos.

Las RRSS han dejado de ser solo un espacio de entretenimiento y se han convertido en una manera de redefinir la opinión pública, generando acciones positivas y negativas, y es que no podemos negar que el uso de las mismas ( RRSS) puede ser un arma de dos filos, ya que pueden ser el canal de una demanda genuina o de un linchamiento mediático digital solo por el hecho de no coincidir en opiniones, y los gobiernos y sus áreas de comunicación deben ser conscientes del poder de esta herramienta.

Los últimos meses hemos visto como la seguridad de las redes se ha visto comprometida y más allá, que las mismas redes han sido utilizadas para generar tendencias y movimientos, muchas veces artificiales, donde no son los usuarios, humanos, quienes las originan, sino granjas virtuales donde un tema puede ser convertido en una tendencia en cuestión de horas y generar así, conversaciones artificiales.

“La propaganda informática es ahora una de las herramientas más poderosas contra la democracia” y por ello las plataformas digitales “necesitan rediseñarse significativamente para que la democracia sobreviva a las redes sociales”, fue la conclusión de los expertos de Oxford sobre el tema y por lo tanto debemos ser cuidadosos en el monitoreo de la información, estar al tanto de lo que se genera en las redes sociales donde tengamos presencia y sobre todo, definir y tener claro las políticas de comunicación en espacios digitales, el seguimiento de las mismas y el protocolo a seguir en una eventual crisis mediática.

Hoy más que nunca debemos comunicar lo verdaderamente importante y los ciudadanos y usuarios, todos, debemos entender que estos canales de comunicación deberían usarse para fines positivos, y no ser canales para propagar rumores, mentiras, para denigrar y humillar.

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